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Así es, que el amante no quiere separarse de la persona que ama, porque nada le es más precioso que este objeto tan bello; madre, hermano, amigos, todo lo olvida; pierde su fortuna abandonada sin experimentar la menor sensación; deberes, atenciones que antes tenía complacencia en respetar, nada le importan; consiente ser esclavo y adormecerse, con tal que se vea cerca del objeto de sus deseos; y si adora al que posee la belleza, es porque sólo en él encuentra alivio a los tormentos que sufre. Ahora veo que me he librado de las manos de Melito; y no sólo librado, sino que os consta a todos que si Anito y Licon no se hubieran levantado para acusarme, Melito hubiera pagado 6.000 dracmas{10} por no haber obtenido la quinta parte de votos. Pues bien, puesto que el amor es siempre esto, ¿de qué manera y en qué actividad se podría llamar amor al ardor y esfuerzo de los que lo persiguen? Y, sin embargo -continuó Sócrates-, hablaste bien, Agatón. ¿Pueden todos los hombres hacerlos mejores, y que sólo uno tenga el secreto de echarlos a perder? ¿Qué decían mis primeros acusadores? Que se burla de todos haciendose pasa por el que no sabe nada, pero que en él hay muchos tesoros. Ellos tres son los tres filósofos más importantes de la Antigua Grecia. Examina, pues, si cuando dices ‘deseo lo que tengo’ no quieres decir en realidad otra cosa que ‘quiero tener también en el futuro lo que en la actualidad tengo’ ¿Acaso no estaría de acuerdo? Me harán quizá condenar a muerte, o a destierro, o a la pérdida de mis bienes y de mis derechos de ciudadano; males espantosos a los ojos de Melito y de sus amigos; pero yo no soy de su dictamen. Sócrates. Sócrates afirmó que el mayor bien para cualquier ser humano es la felicidad. En deshaceros de mí, sólo habéis intentado descargares del importuno peso de dar cuenta de vuestra vida, pero os sucederá todo lo contrario; yo os lo predigo. Pero quizá habrá alguno entre vosotros, que acordándose de haber estado en el puesto en que yo me hallo, se irritará contra mí, porque peligros mucho menores los ha conjurado, suplicando a sus jueces con lágrimas, y, para excitar más la compasión, haciendo venir aquí sus hijos, sus parientes y sus amigos, mientras que yo no he querido recurrir a semejante aparato, a pesar de las señales que se advierten de que corro el mayor de todos los peligros. Estos no harían morir a nadie por este examen, porque además de que son más dichosos que nosotros en todas las cosas, gozan de la inmortalidad, si hemos de creer lo que se dice. Porque es preciso presentar en forma su acusación, como si apareciese escrita y con los juramentos recibidos. Si es esto lo que pretenden, confieso que soy un gran orador; pero no lo soy a su manera; porque, repito, no han dicho ni una sola palabra verdadera, y vosotros vais a saber de mi boca la pura verdad, no, ¡por Júpiter!, en una arenga vestida de sentencias brillantes y palabras escogidas, como son los discursos de mis acusadores, sino en un lenguaje sencillo y espontáneo; porque descanso en la confianza de que digo la verdad, y ninguno de vosotros debe esperar otra cosa de mí. Quizá me dirá alguno: ¿No tienes remordimiento, Sócrates, en haberte consagrado a un estudio que te pone en este momento en peligro de muerte? Les dejé, pues, persuadido que era yo superior a ellos, por la misma razón que lo había sido respecto a los hombres políticos. Tienen el uno para el otro una afección verdadera, pero menos fuerte que la de los puros amantes, y cuando su delirio ha cesado, creen haberse dado las prendas más preciosas de una fe recíproca; y creerían cometer un sacrilegio si rompieran los lazos que les ligan, para abrir sus corazones al aborrecimiento. A un buen hombre solo se le engatusa mediante la cortesía. Y si alguno me niega que se halla en este estado, y sostiene que tiene cuidado de su alma, no se lo negaré al pronto, pero le interrogaré, le examinaré, le refutaré; y si encuentro que no es virtuoso, pero que aparenta serlo, le echaré en cara que prefiere cosas tan abyectas y tan perecibles a las que son de un precio inestimable. Pero tú has probado suficientemente, Melito, que la educación de la juventud no es cosa que te haya quitado el sueño, y tus discursos acreditan claramente, que jamás te has ocupado de lo mismo que motiva tu acusación contra mí. además dice que el Amor da virtudes y valores. Y cuando ha contemplado las esencias y está completamente saciado, se sume de nuevo en el cielo y entra en su estancia. No son las palabras, atenienses, las que me han faltado; es la impudencia de no haberos dicho cosas que hubierais gustado mucho de oír. De tal forma, el objeto de contemplación pura es equivalente a . Si no ha pensado en ello, aún es tiempo; yo le permito hacerlo; que diga, pues, si puede; pero no puede, atenienses. Estos démones, en efecto, son numerosos y de todas clases, y uno de ellos es también Eros. No tengo ningún resentimiento contra mis acusadores, ni contra los que me han condenado, aun cuando no haya sido su intención hacerme un bien, sino por el contrario hacerme un mal, lo que sería un motivo para quejarme de ellos. - Interpreta y comunica a los dioses las cosas de los hombres y a los hombres las de los dioses, súplicas y sacrificios de los unos y de los otros órdenes y ¡Preciosa vida para Sócrates, si a sus años, arrojado de Atenas, se viera errante de ciudad en ciudad como un vagabundo y como un proscrito! Sócrates inmediatamente le dice que su respuesta obligatoria a esta pregunta, sería que Eros es padre de un hijo o hija. Honrado es también entre nosotros Solón, por haber dado origen a nuestras leyes, y otros muchos hombres lo son en otras muchas partes, tanto entre los griegos como entre los bárbaros, por haber puesto de manifiesto muchas y hermosas obras y haber engendrado toda clase de virtud. La Justicia como virtud alcanzó un perfil de especial relieve en las enseñanzas de Sócrates, como lo expone el profesor Vélez García, quien citando apartes del diálogo entre el filósofo y Gorgias, resalta cómo el pensamiento del filósofo se orienta siempre por un respeto absoluto a vivir y morir en la justicia y . Porque él no miente. Sin embargo, puedo asegurarlo, no han dicho una sola palabra que sea verdad. Bien es cierto que los otros aspectos no han sido igualmente admirables, pero por la belleza de las palabras y expresiones finales, ¿quién no quedaría impresionado al oírlas? 5. Lo ves ahora, Melito; tú callas; estás perplejo, y no sabes qué responder. Al delirio se han debido las purificaciones y los ritos misteriosos que preservaron de los males presentes y futuros al hombre verdaderamente inspirado y animado de espíritu profético, descubriéndole los medios de salvarse. {13} Eran los magistrados encargados de la vigilancia de las prisiones. Después de estos grandes hombres de Estado me fui a los poetas, tanto a los que hacen tragedias como a los poetas ditirámbicos{2} y otros, no dudando que con ellos se me cogería in fraganti, como suele decirse, encontrándome más ignorante que ellos. Pues la cosa es como sigue: ninguno de los dioses ama la sabiduría ni desea ser sabio, porque ya lo es, como tampoco ama la sabiduría cualquier otro que sea sabio. 28. Las freses y su filosofía me causaron deshonor por los errores que he cometido. Es preciso de dos cosas una: o la muerte es un absoluto anonadamiento y una privación de todo sentimiento, o, como se dice, es un tránsito del alma de un lugar a otro. Pero entonces el cochero experimenta más fuertemente aún la impresión de antes, se echa atrás, como el jinete que va a tocar la barrera, y tira con mayor fuerza de las riendas del corcel indómito, rompe sus dientes, magulla su lengua insolente, ensangrienta su boca, le obliga a sentar en tierra sus piernas y muslos y le hace pasar mil angustias. Diotima-Sócrates-Platón exponen su concepción del Amor-Eros-Cupido de una forma que remite a la pederastia, no de otra forma hay que recibir el mensaje de elegir un cuerpo bello, no en las mujeres, con las que solo cabe procrear, sino en los efebos, en los que, superada la etapa animal, generar pensamientos o ideas, lo cual parecía a los griegos que no es factible con mujeres. Sí, sin duda; ya convengáis en ello Anito y tú o no convengáis. Pero ella me refutaba con los mismos argumentos que yo a él: que, según mis propias palabras, no era ni bello ni bueno. Se aproximan al objeto bello, y contemplan esta aparición en todo su resplandor. ¿Hay alguno que quiera más recibir mal que bien? En este periodo de la vida, querido Sócrates, mas que en ningún otro, le perece la pena al hombre vivir: cuando contempla la belleza en si. No os enfadéis, os suplico, si no os oculto nada; todo hombre que quiera oponerse franca y generosamente a todo un pueblo, sea el vuestro o cualquiera otro, y que se empeñe en evitar que se cometan iniquidades en la república, no lo hará jamás impunemente. Sócrates no presumía de exponer teorías incontrovertibles. lejos de verme e instruirme, me arrastras ante este tribunal, donde la ley quiere que se cite a los que merecen castigos, pero no a los que sólo tienen necesidad de prevenciones. Pero, con todo, estoy dispuesto, si quieren, a decir la verdad a mi manera, sin competir con los discursos de ustedes, para no exponerme a ser objeto de risa. Sí, ¡por Júpiter!, tú no reconoces ninguno. ¿O cómo piensas tú? Nos estuvo reservado contemplar la belleza del todo radiante, cuando, [298] mezclados con el coro de los bienaventurados, marchábamos con las demás almas en la comitiva de Júpiter y de los demás dioses, gozando allí del más seductor espectáculo; e iniciados en los misterios, que podemos llamar divinos, los celebrábamos exentos de la imperfección y de los males, que en el porvenir nos esperaban, y éramos admitidos a contemplar estas esencias perfectas, simples, llenas de calma y de beatitud, y las visiones que irradiaban en el seno de la más pura luz; y, puros nosotros, nos veíamos libres de esta tumba que llamamos nuestro cuerpo, y que arrastramos con nosotros, como la ostra sufre la prisión que la envuelve. Así lo juzgo yo. Hay otras, que tan pronto suben, como bajan, y que arrastradas acá y allá por sus corceles, aperciben ciertas esencias y no pueden contemplarlas todas. 10. Ya había visitado una vez la ciudad, cuando la gobernaba el temible tirano Dionisio el Viejo, y no lo había seducido demasiado la relajada vida siciliana. Por otra parte, éstos no tienen necesidad de este socorro, y yo la tengo. Que tus amistades no se vean envenenadas por la maleza del sendero. ¿Y no sólo poseerlo, sino también poseerlo siempre? ¿Es esto de lo que me acusas? Pero era necesario que me obcecara bien el amor a la vida, atenienses, si no viera que si vosotros, que sois mis conciudadanos, no habéis podido sufrir mis conversaciones ni mis máximas, y de tal manera os han irritado que no habéis parado hasta deshaceros de mí, con mucha más razón los de otros países no podrían sufrirme. Pero basta ya sobre su inmortalidad. Es más largo de contar, pero, con todo, te lo diré Sócrates. Solo compartía su perplejidad con los demás. Solo compartía su perplejidad con los demás. En el banquete entra Alcibíades, y habla sobre Sócrates, diciendo que es un  burlon y descarado. No sería propio de mi edad, venir, atenienses, ante vosotros como un joven que hubiese preparado un discurso. {5} Sócrates se distinguió por su valor en los dos primeros sitios, y en la batalla de Delio salvó la vida a Xenofonte, su discípulo, y a Alcibíades. Sócrates: el hombre más justo, más bueno y más sabio. Pero sólo puede serlo de esta manera: por medio de la procreación, porque siempre deja otro ser nuevo en lugar del viejo. Pero la intemperancia muda de nombre, según los diferentes objetos sobre que se ejercita y de las formas diversas que viste, y el hombre dominado por la pasión, según la forma particular bajo la que se manifiesta en él, recibe un nombre que no es bueno ni honroso llevar. ¿No lo dijiste más o menos así? El alma no puede volver a la estancia de donde ha partido, sino después de un destierro de diez mil años: porque no recobra sus [296] alas antes, a menos que haya cultivado la filosofía con un corazón sincero o amado a los jóvenes con un amor filosófico. —¿Y no es esto burlarse? ¿De dónde nacen estas calumnias que se han propalado contra ti? ¿O bien me acusas de que no admito ningún Dios, y que enseño a los demás a que no reconozcan ninguno? Por lo que guardémonos de temerle, y no nos dejemos alucinar por ese tímido discurso, que pretende que se prefiera un amigo frío al amante agitado por la pasión. A continuación le tocaba hablar a Aristófanes pero se encontraba con hipo y cedió el turno a Erixímaco; que dijo que aunque bien había dicho Pausianas existían dos amores pero él dijo que no solo respecto a las almas de los hombres como una atracción hacia los adolescentes, sino también hacia las demás cosas y animales, en definitiva, todos los seres y que el Amor es un dios q extiende su poder tanto en el campo humano como en el divino. [54]. El único bien es la sabiduría, mientras que el único mal es el desconocimiento. Citando a Diotima, Sócrates expresa que la homosexualidad y el amor por los muchachos es una forma de autoenamoramiento y que, por lo tanto, los oradores anteriores a él están enamorados de sí mismos. Según Sócrates, por boca de Diotima, dice que así mismo, está falto de lo bueno y de lo bello pero, vive siempre al acecho de alcanzarlo y cuando lo alcanza lo contempla para toda la vida. Sócrates y Alcibíades o por qué la sabiduría más profunda es el amor a la belleza. Mas cuando alguien nos diga: Yo, que estoy sano, quisiera también estar sano, y siendo rico quiero también ser rico, y deseo lo mismo que poseo, le diríamos: Tú, hombre, que ya tienes riqueza, salud y fuerza, lo que quieres realmente es tener eso también en el futuro, pues en el momento actual, al menos, quieras o no, ya lo posees. Es leer, captar, indagar, corregir. ¿Y piensas llegar a ser algún día experto en las cosas del amor, si no entiendes esto? —Sí, me respondió Callias. ¿Y qué significa vivir siempre yo esclavo de los Once? Digamos, pues, que el alma se parece a las fuerzas combinadas de un tronco de caballos y un [292] cochero; los corceles y los cocheros de las almas divinas son excelentes y de buena raza, pero, en los demás seres, su naturaleza está mezclada de bien y de mal. Es que hay trazas de que lo que me sucede es un gran bien, y nos engañamos todos sin duda, si creemos que la muerte es un mal. ¿Entonces, cómo podría ser Dios el que no participa de lo bello y de lo bueno? - ¿Y qué poder tiene? He aquí mi listado sobre cuáles fueron los filósofos griegos más importantes. La reputación que yo haya podido adquirir, no tiene otro origen que una cierta sabiduría que existe en mí. Este dialogo esta compuesto por tres discursos uno de ellos de la autoría de Lisias, hombre de estado y amigo de Fredo, los otros dos pertenecientes a Sócrates. Por Alguien el 6 febrero 2008 • ( 24 ) Era un hombrecillo de aspecto cómico: la cabeza calva, en cúpula, como un ábside; la cara muy pequeña en comparación; la nariz redonda y respingada y las barbas undosas que, por algún extraño efecto no parecían pertenecer a semejante rostro. En cambio, los que son fecundos según el alma […] pues hay, en efecto, quienes conciben en las almas aún más que en los cuerpos lo que corresponde al alma concebir y dar a luz. Pues, ¿desearía alguien ser alto, si es alto, o fuerte, si es fuerte? No es por naturaleza ni inmortal ni mortal, sino que en el mismo día unas veces florece y vive, cuando está en la abundancia, y otras muere, pero recobra la vida de nuevo gracias a la naturaleza de su padre. Desde los griegos, las relaciones cercanas entre dos hombres ocupaban la cabeza de los pensadores, como queda claro en el diálogo platónico El Banquete, donde Sócrates discute con sus amigos el concepto del amor entre hombres: Sócrates. «Sócrates es un impío; por una curiosidad criminal quiere penetrar lo que pasa en los cielos y en la tierra, convierte en buena una mala causa, y enseña a los demás sus doctrinas.». Y no sólo en su cuerpo, sino también en el alma: los hábitos, caracteres, opiniones, deseos, placeres, tristezas, temores, ninguna de estas cosas jamás permanece la misma en cada individuo, sino que unas nacen y otras mueren. La mayéutica da origen a la comprensión por medio . Sabían cosas que yo ignoraba, y en esto eran ellos más sabios que yo. Hubiera sido para vosotros una gran satisfacción haberme visto lamentar, suspirar, llorar, suplicar y cometer todas las demás bajezas que estáis viendo todos los días en los acusados. Así es como lo ha ofrecido por juramento, y no está en su poder hacer gracia a quien le agrade, porque está en la obligación de hacer justicia. No esperéis de mí, atenienses, que yo recurra para con vosotros a cosas que no tengo por buenas, ni justas, ni piadosas, y menos que lo haga en una ocasión en que me veo acusado de impiedad por Melito; porque si os ablandase con mis súplicas y os forzase a violar vuestro juramento, sería evidente que os enseñaría a no creer en los dioses, y, queriendo justificarme, probaría contra mí mismo, que no creo en ellos. No hay nadie, excelente Melito. El ateniense A.polodoro cuenta á varias per­ sonas, que no se citan, la historia de una comida dada por Agaton á Sócrates, áFedro, al médico Eriximaco, al poeta cómico Aristófanes y á otros, cuando alcanzó el A su vista, semejante a un hombre atacado de la fiebre, muda de semblante, el sudor inunda su frente, y un fuego desacostumbrado se infiltra en sus venas{14}; en el momento en que ha recibido por los ojos la emanación de la belleza siente este dulce calor que nutre las alas del alma; esta llama hace derretir la cubierta, cuya dureza las impedía hacía tiempo desenvolverse. ante el problema de la verdad que la existente entre Sócrates y Platón. ¿Entre vosotros y yo, quién lleva la mejor parte? {1} Los últimos acusadores de Sócrates fueron Anito, que murió después lapidado en el Ponto, Licon, que sostuvo la acusación, y Melito. Como en los ejemplos anteriores, algo intermedio entre lo mortal y lo inmortal. Una voz interior, que escuchó como una orden de la Providencia, lo confirmó en su vocación educadora. Haced lo que pide Anito, o no lo hagáis; dadme libertad, o no me la deis; yo no puedo hacer otra cosa, aunque hubiera de morir mil veces… Pero no murmuréis, atenienses, y concededme la gracia que os pedí al principio: que me escuchéis con calma; calma que creo que no os será infructuosa, porque tengo que deciros otras muchas cosas que quizá os harán murmurar; pero no os dejéis llevar de vuestra pasión. Esto acaeció cuando la ciudad era gobernada por el pueblo, pero después que se estableció la oligarquía, habiéndonos mandado los treinta tiranos a otros cuatro y a mí a Tolos{7}, nos dieron la orden de conducir desde Salamina a León el salaminiano, para hacerle morir, [73] porque daban estas ordenes a muchas personas para comprometer el mayor número de ciudadanos posible en sus iniquidades; y entonces yo hice ver, no con palabras sino con hechos, que la muerte a mis ojos era nada, permítaseme esta expresión, y que mi único cuidado consistía en no cometer impiedades e injusticias. Así que, en verdad, lo que los hombres aman no es otra cosa que el bien. He aquí la acusación. No soy ateniense ni griego, sino un vecino del mundo. Esto, Sócrates, es precisamente lo que voy a intentar enseñarte a continuación. Conocida principalmente porque enseñó a Sócrates filosofía amatoria según narra el mismo en El Banquete de Platón. Y si entre ellos hay algunos que se han hecho hombres de bien o pícaros, no hay que alabarme ni reprenderme por ello, porque no soy yo la causa, puesto que jamás he prometido enseñarles nada, y de hecho nada les he enseñado; y si alguno se alaba de haber recibido lecciones privadas u oído de mí cosas distintas de las que digo públicamente a todo el mundo, estad persuadidos de que no dice la verdad. No quiero hacer valer la protección de los que he corrompido, porque podrían tener sus razones para defenderme; pero sus padres, que no he seducido y que tienen ya cierta edad, ¿qué otra razón pueden tener para protegerme más que mi derecho y mi inocencia? La lengua lo prometió, pero no el corazón. Todo esto, en efecto, me enseñaba siempre que hablaba conmigo sobre cosas del amor. Yo responderé por ti si no quieres responder. Fácilmente. Pasó sin darme cuenta y ahora lo eres todo para mí. En efecto, todo cuerpo, que es movido por un impulso extraño, es inanimado; todo cuerpo que recibe el movimiento de un principio interior, es animado; tal es la naturaleza del alma. Yo creía, que allí mejor que en otra parte, encontraría materiales para rebatir al oráculo, y presentarle un hombre más sabio que yo, por más que me hubiere declarado el más sabio de los hombres. Quizá confirmaríais mi sentencia. Estando convencidísimo de que no he hecho daño a nadie, ¿cómo he de hacérmelo a mí mismo, confesando que merezco ser castigado, e imponiéndome a mí mismo una pena? ¿A qué precio no compraríais la felicidad de conversar con Orfeo, Museo, Hesiodo y Homero? ¿Y qué? Con él, aprendió a reflexionar sobre la ética, la moral y algunas ciencias.Muchos escritos de Sócrates cuestionan el subjetivismo sofista, así como la ignorancia, y defendió a capa y espada el conocimiento y el saber, dos características fundamentales de la virtud.